Month: March 2019

Tu carro es mi carro.

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Parroquianxs, descansemos, tenemos veredicto del Papa: Satanás es el culpable de la pederastia en la iglesia. Solucionado. Aunque hasta donde yo sé los niños estigmatizados por el demonio no se canonizan, así que me parece que habrá que preparar mucha agua bendita para este asunto teológico tan científico.

Este señor que manda en el Vaticano y no nos protege de Satán, también considera que el feminismo es un machismo con falda, y el caso es que cuando hace unos días soltó esta segunda sentencia, creo que no estaba tan narcotizado como con la primera. Lo creo,  porque a veces pasa. Recientemente, la dirigente política que ha acusado incansable (y muy cansina) a los demás de vivir en Matrix, ha terminado cayendo en su propia realidad virtual distorsionada, a su imagen y semejanza: El feminismo liberal.

Probablemente, tras leer la Wikipedia aprisa y mal, a esta mujer le ha terminado de cuadrar todo en el cacao que lleva. En su intento de acaparar votos se ha coronado salvadora de la libertad ilimitada de las élites. No sé, algo así como un libre albedrío neoliberal, y ella, la musa.
La vida es sueño Inés,  y Calderón tendría que haberte puesto a ti de prota en vez a Segismundo.

En fin, que sí, que son buenas noticias, que nunca es tarde para subirse al carro morado. De hecho, ya era hora, bienvenida, porque a pesar del oportunismo político, introducir perspectiva de género en tu argumentario supondrá aprender un poquito, y quién sabe… Quizá la magia de la rehabilitación se geste. Yo solo te pido, Inés, que dejes a Clara Campoamor tranquilita. Píllate otra influencer, anda.

Al carro morado nos subimos muchas. Nos fuimos subiendo con toda la buena intención y toda la diversidad. Con nuestros motivos legítimos, pero también con nuestras penas inmensas, y las penas que duelen tanto ocupan mucho espacio. Empezamos juntitas, unas pocas, y ahora que somos tantas se nos han entrecruzado los valores, los dolores, las propuestas, los lenguajes… Hemos empezado a estar incómodas y hemos saltado a otros carros. No ha habido sororidad posible que impidiera esta diáspora. Se frota el heteropatriarcado las manos… Divide y vencerás.

En un contexto euroblanco, la lucha de las mujeres racializadas no es únicamente una lucha de género contra el machismo, también supone el extra de hacer pedagogía al feminismo hegemónico, un colectivo que tendría que ser mejor aliado y no un frente más abierto. Si encima eres mujer trans por favor respira hondo, pero no tires la toalla que también hay un carro para ti.

Acudo a menudo al concesionario feminista a ver qué nuevos modelos han salido. Es un ejercicio de reflexión y un intento de revisión constante ante el mutante. Por algo se llama movimiento, porque no es estático, porque se está forjando y porque ha de ser flexible y desmontable, autocrítico.

Nunca hablo en el concesionario, pero hace poco lo hice (si Inés puede, yo también), porque consideraba que estaba en un espacio seguro, no hostil y tenía dudas. Unas dudas que no fueron resueltas, porque mi apariencia física y mi planteamiento sobre el uso del lenguaje no se entendió como hubiese querido en un foro racializado; por tanto me invitaron a volver al carro de las potencialmente opresoras. Una opresora oprimida. No problem. Pero al final todas oprimidas, y con la casa por barrer.

¿Cómo puede ser entonces, la forma de acercarse, compañeras? ¿Cómo lo hacemos, si no aprovechamos  este tipo de escenarios para recogernos?

Las mujeres sufrimos de formas diversas y la pena enquistada de todas no está permitiendo demasiadas veces el acercamiento. Tampoco el descentrarnos del verdadero origen de la desigualdad inagotable y la explotación: el neoliberalismo y sus actores.
El feminismo es un movimiento revolucionario donde caben todas las luchas y con el que se enjugarán todas las lágrimas. Tenemos que poder hablar más, y mejor. Pero primero tenemos que vernos las penas. Déjame subir a tu carro, que yo voy a aparcar el mío.

Abrácese quien pueda.

Lo llevo estupendamente.