Correr en una cinta es entusiasmante sólo si hay espectáculo cerca. “Espectáculo” es un ser humano que evidencia su actividad como deportista de élite, ejercitándose en la sala de pesas de cualquier gimnasio del mundo occidental.
Pasen y vean el rato que quieran cómo acciona toda su morfología un profesional: Músculos flexores radial, cubital y superior, empujados por un deltoides prodigiosamente coordinado a los movimientos de la mano, simulando la batida para el remate, principal gesto de ataque de un jugador de voleibol.
Es gratis, y lo mejor de todo, nadie se enterará de que ha estado observando, y por tanto no irá a la cárcel.
Ghoncheh Ghavami no llegó al show. Sólo alcanzó a tener la intención de ir a ver un partido de voleibol masculino en Teherán. Por tal pretensión pasará un año en la cárcel del mundo oriental.
Los conceptos nacen de la combinación entre el sistema cognitivo, la sociedad, y el pasado perceptivo de cada individuo. Concretamente, Lo correcto y lo incorrecto, por inabarcables e indómitos, se recogen en una morada ficticia denominada moral. Ante tal artificio el ser humano siente menos desasosiego y se anima a ponerle nombre a todo. Lo marca todo, lo delimita, lo recorta, lo impone como universal e incuestionable, lo legisla, y lo mete a patadas en la mente y comportamiento de los demás, para de esa manera creer que acaricia algo de control, algo de orden. Como si fuera un gato ronroneante.
Quizá sea ese el motivo por el cual han sometido a un ilimitado maltrato físico y psicológico a Azita Rafaat, por no hacer lo correcto (su idea de lo correcto). Está muy mal no dar hijos varones a la familia. Eso es indiscutible.
En algún momento, entre Humillación y Sublevación Azita sacudió el ideario propio y ajeno y decidió vestir a una de sus hijas como a un niño desde los 5 años. Considera que en un tiempo, cuando vuelva a su rol de niña, la experiencia le habrá convertido en “una mujer corajuda”. De su experiencia al experimento con la experiencia de su hija y tiro porque me toca.
Si atendemos al valor de las situaciones sólo por el contexto de nuestras vivencias, nuestra capacidad individual para categorizar, abstraer y generalizar se sistematiza, y normaliza situaciones, asimilando circunstancias cargadas de motivos personales, que germinan en comprometidas verdades absolutas.
Coexistimos, vulnerables ante un efecto dominó de reacciones y consecuencias que surgen de esta lucha ante la rigidez y la implantación de doctrinas, patrocinadas por el lenguaje y, perpetuadas por lo que a cada uno le da la real gana de imponer a los demás según su Yo, según su vivencia particular.
Desde la cinta de correr y de incógnito, lo llevo estupendamente.